Puede pasar, pero el cuerpo se queda afuera

Por Leticia Ortega O.

Las mujeres llevamos décadas luchando por un espacio en el poder social, en lo público. Y hemos tenido grandes avances, aunque nos queda mucho por alcanzar. Me pregunto: ¿Qué podemos hacer en un espacio de juego cuyas reglas fueron definidas sin nuestra participación? Para poder entrar en esos espacios, ser reconocidas y mantenerse, las mujeres se han decidido por renunciar a muchos de los valores por los cuales iniciaron ese camino y decidieron eso para poder amoldarse a un espacio que comenzó su existencia sin preguntarnos, sin incluirnos, un espacio que existe sin visibilizarnos, que nos ignoró al formarse y organizarse. Entrar, cuadrar y mantenernos ha sido sinónimo de negar nuestro cuerpo, nuestros ciclos y hasta nuestra educación por género. Como explica Elena Águila, hemos de colocar nuestro cuerpo “en un lugar donde lo propio es ser y tener cuerpo de hombre” … y yo me pregunto, ¿hasta dónde podremos ceder sin perdernos?

La mitad de la población humana está conformada por mujeres, esos seres extraños que por tener cromosomas XX al nacer fueron vestidas de rosado y se les instó a jugar emulando las responsabilidades reproductivas, adjudicadas históricamente a las mujeres. Pero en el mundo laboral se demanda un comportamiento en el que no entra la menstruación, las hormonas, ni el género femenino. En ese mundo tampoco entra la lactancia, ni la crianza, contimenos el cuidado, la reproducción de la vida, ni la sororidad. Y el cuidado no solo no entra para la familia ni el prójimo, tampoco entra para la Naturaleza, para la Pachamama.

En ese mundo social en el que hemos luchado por entrar y mantenernos en equidad, los valores relacionados con el cuidado y la reproducción de la vida estorban, por lo tanto, están invisibilizados.

Si nosotras entramos a esos espacios, debemos hacerlo sin incluir ese ruido. El no poder incluir nuestro “propio cuerpo en las cosas que hacemos en ese mundo social es un hecho sumamente violento”, expresa Águila, por lo que “muchas mujeres simplemente renuncian (…) y prefieren mantenerse al margen de la vida social y no llegar al fondo de la vía de la emancipación”.

Pero si no entramos, ¿cómo podemos alcanzar los muchos cambios que aún nos faltan?, ¿cómo insertamos los valores necesarios para lograr los cambios estructurales que nos permitan disfrutar de nuestros derechos sexuales y reproductivos, de nuestros cuerpos completos y no fragmentados?

Debemos estar pendientes de no perder las perspectivas en el camino para entrar y mantenerlas al llegar a la meta.

Dejar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

×

Gracias por contactar al Instituto Global del Saber.

Pronto serás contactado por nuestro equipo de apoyo, para brindarte alguna solución.

Te invitamos a seguir nuestras redes y canales para informarte nuestra oferta formativa y de servicios.

× ¿Cómo podemos ayudarte?