Participación de las mujeres en el sector energético latinoamericano (1).

Por Leticia Ortega O.

En 2015 la Organización de las Naciones Unidas propuso la Agenda 2030, como un plan de acción hacia la sostenibilidad del planeta y estableció 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Entre ellos, el ODS-5 (“Lograr la igualdad de género y empoderar a todas las mujeres y las niñas”) y su meta 5.5 (“Asegurar la participación plena y efectiva de las mujeres y la igualdad de oportunidades de liderazgo a todos los niveles decisorios en la vida política, económica y pública”) son fundamentales en la lucha contra la pobreza y la desigualdad, y el sector energético tiene una importante participación al respecto.

La relación entre género y energía se observa en el papel que las mujeres desempeñanen toda la cadena energética, desde decisiones relacionadas con la producción (en instituciones y empresas) hasta el consumo (como usuarias de la energía). En este artículo nos centraremos en el primer aspecto.

Históricamente en el mundo laboral las mujeres han tenido mayor participación en cargos administrativos (asistenciales, técnicos y profesionales) que en los niveles ejecutivos, directivos y de decisión. Según datos del BID, en empresas del sector energético en América Latina y el Caribe las mujeres representan el 9 % del total de directores ejecutivos, el 7 % de directores no ejecutivos y el 17 % de gerentes. Sin embargo, la OIT y la Unesco han destacado que debido a que las mujeres tienen estilos de gestión diferentes, cuando las empresas aumentan su participación en la nómina y los cargos de decisión se obtienen beneficios como:

a. Procesos de toma de decisión más eficientes y participativos.

b. Acceso al mejor talento disponible, ya que en muchos países el nivel educativo de las mujeres es superior al de los hombres.

c. Se enfocan en el desarrollo de las capacidades de sus empleados.

d. El índice de rotación del personal se reduce en un 22 %.

e. Mejor clima laboral, ya que tienen mayor disposición para la comunicación y resolución de conflictos.

f. Incluyen formas innovadoras para la resolución de los problemas.

Existen varias explicaciones al respecto. Una de ellas lo relaciona con la socialización diferencial que reciben mujeres y varones desde el momento de su nacimiento (2) , la cual fomenta un aprendizaje diferenciado de responsabilidades, habilidades y destrezas (Figura 1). Este aprendizaje diferenciado define lo que mujeres y varones deciden ser y hacer, traduciéndose en las carreras universitarias que escogen estudiar.

Figura 1: La socialización diferencial fomenta el aprendizaje específico en función del rol asignado, según el sexo biológico de nacimiento.

La Figura 2 muestra que a nivel mundial las mujeres tienden a escoger las carreras relacionadas con las ciencias sociales y del cuidado, mientras que los varones escogen las relacionadas con las ciencias exactas, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM, por sus siglas en inglés), las cuales tienen una alta demanda en el sector energético, y debido a que son las carreras del futuro están entre las mejor remuneradas.

Figura 2: Proporción de estudiantes mujeres y varones inscritos en la educación superior, por campo de estudio. Promedio mundial.

(Fuente: UNESCO, 2019).

Las mujeres son las principales responsables del cuidado de la familia, por lo que ven restringido el tiempo que pueden dedicarle a su desarrollo profesional, limitando sus posibilidades de ascender a cargos ejecutivos y de decisión. Este contexto, aunado a la escogencia de las carreras, genera situaciones de desigualdad al colocarlas en desventaja al tratarse de su empoderamiento económico.

Es necesario entonces establecer políticas dirigidas a eliminar estas inequidades de género, tales como: incentivar la inclusión de las mujeres en todos los niveles y campos de trabajo en el sector energético y promover desde edades tempranas su interés en las carreras STEM. Así mismo, crear políticas para incentivar la participación de los varones en el trabajo doméstico, haciendo que estas responsabilidades en el hogar estén más equilibradas. Mientras no se asuman cambios en este sentido, difícilmente estaremos en camino de alcanzar el ODS-5.


(1) Artículo original en La Linterna, n.o 4 (abril, 2020). Revista de Divulgación Científica del IIGE. [En línea]< https://bit.ly/34vyzFe>.

(2) La socialización diferencial entrena a las mujeres para ser eficientes en las tareas reproductivas (que son las que aseguran el mantenimiento de la vida) y a los hombres para desarrollar las tareas productivas (que son las que generan bienes intercambiables en el mercado). Por ejemplo, las tareas de cuidado relacionadas con el trabajo reproductivo ameritan el desarrollo de habilidades como la empatía, la intuición, crear ambientes armoniosos y, por consiguiente, ser conciliadoras. Por su parte, el desempeño de las tareas productivas amerita el pensamiento lógico-matemático, la intelectualidad, los enfoques pretendidamente neutrales, etc., que son las lógicas que han predominado en los espacios laborales, en especial en el sector energético.

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